¿Cómo reconocer y combatir la cultura de dieta?

Cultura de Dieta

A menudo me preguntan, ¿qué es la Cultura de Dieta?

La cultura de dieta aparece de muchas maneras, todos los días, y nos afecta a todos. Nos indica que no somos lo suficientemente buenos tal y como somos. Nos enseña formas de controlar y reducir constantemente nuestros cuerpos restringiendo, haciendo ejercicio de forma obsesivas e ignorando la sabiduría de nuestros cuerpos. La cultura de dieta promete que cuando estemos más delgados, finalmente seremos aceptables; deseables; dignos de ser queridos; exitosos; saludables; y en última instancia, seremos más felices.

La cultura de dieta impone reglas rígidas, pensamientos inflexibles de “todo o nada”, afirmaciones absolutas sobre lo que deberíamos y no deberíamos hacer, y perfeccionismo en lo que respecta a la alimentación, el cuerpo y la salud. Se entromete en nuestras mentes para tratar de convencernos de confiar en un sistema o método externo para cuidar de nuestros cuerpos.

La cultura de dieta nos ha enseñado que la comida es nuestra enemiga y nos ha entrenado a ignorar las señales internas de hambre de nuestro cuerpo. También refuerza la idea de que el ejercicio es una forma de ganar, sancionar o compensar los alimentos que comemos, en lugar de disfrutar y celebrar lo que nuestros cuerpos pueden hacer. La cultura de dieta nos hace creer que elegir no hacer dieta significa que te has rendido o no tienes suficiente disciplina.

Christy Harrison, una nutricionista americana que es anti-dietas, peso-inclusiva y promotora de su podcast “Food Psych”, ha compartido una de las definiciones más completas de la cultura de dieta. Ella indica que la cultura de dieta es:

“Un sistema de creencias que:

* Idolatra la delgadez y la equipara con la salud y la virtud moral, lo que significa que puedes pasarte toda la vida pensando que estás irreparablemente arruinad@ solo porque no te ves como el «ideal» imposiblemente delgad@.

* Promueve la pérdida de peso como un medio para alcanzar un estatus superior, lo que significa que te sientes obligad@ a gastar una gran cantidad de tiempo, energía y dinero tratando de reducir tu cuerpo, aunque las investigaciones son muy claras en cuanto a que más del 95% de las personas que intentan bajar de peso de forma intencional lo recuperan y aproximadamente más de un 60% de estas personas aumentan más peso del que perdieron.

* Demoniza ciertas formas de comer mientras enaltece otras formas, lo que significa que nos vemos obligad@s a estar muy atent@s de nuestra forma de comer, avergonzad@s de elegir ciertas comidas y no pudiendo conectar con nuestro placer, propósito y poder.

* Oprime a las personas que no concuerdan con su supuesta de imagen de ‘salud’, lo que daña desproporcionadamente a las mujeres, las personas trans, las personas con cuerpos más grandes, las personas de color y las personas con discapacidades, dañando tanto su salud mental como física”.

Reconocer

¿Cómo podemos reconocer la cultura de dieta?

Sanar de los mensajes dañinos de la cultura de dieta es una difícil labor.

Pero lo que lo hace aún más arduo es vivir en una cultura que idealiza y sobrevalora ciertos tipos y tamaños de cuerpo, comunica a diario que para lograr este tipo de cuerpo necesitamos hacer dieta, restringir los alimentos, hacer ejercicio en exceso y entrelaza nuestro valor corporal con nuestro estado de salud.

Lo que quiero que sepas es que no tienes que vivir con vergüenza si te das cuenta de que la cultura de dieta te afecta: nos afecta a todos.

Para avanzar hacia la sanación de uy relación con la comida y hacer las paces con tu cuerpo, es imperativo romper con la cultura de dieta. Para comenzar, el primer paso es reconocer los mensajes que influyen en nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, así como las experiencias vividas que personifican las creencias y valores de la cultura de dieta.

A continuación, comparto algunos de los muchos ejemplos en los que se puede encontrar la influencia de la cultura de dieta. Como verás, los efectos de la cultura de dieta pueden generar sesgos, estigma y discriminación por el peso:

  • Una persona que acude a consulta médica debido a una fractura, un resfriado o dolor en alguna parte de su cuerpo, y su médico le dice que el problema es el peso y debe de bajar de peso. El médico puede incluso negarse a realizar más pruebas cuando es claramente necesario, como lo recomendaría con alguien con un cuerpo más delgado.
  • Las competencias de pérdida de peso en el lugar de trabajo pueden ser muy dañinos. Sin embargo, se practican frecuentemente en empresas y oficinas. Estas prácticas refuerzan la idea de que un cuerpo más delgado/pequeño es más deseable, valioso y saludable. También envían el mensaje a las personas con cuerpos más grandes de que hay un problema con sus cuerpos y, por lo tanto, necesitan participar en el concurso en su lugar de trabajo para “solucionarlo”.
  • Ir al gimnasio y participar en clases grupales en las que los instructores de actividades físicas hablan sobre «quemar» un determinado alimento o alimentos (o calorías) que comimos durante unas vacaciones, mediante un entrenamiento más intenso. Esto insinúa que algunos alimentos son malos y no pueden ser consumidos y disfrutados, que sus calorías deben ser “eliminadas” para mantener un cuerpo más delgado, y que el ejercicio debe hacerse con el propósito de perder peso e incluso para castigarnos cuando nos atrevemos a disfrutar de cualquier cosa fuera de las reglas y restricciones rígidas que la cultura de dieta promueve.
  • Ir a comer a un restaurante en familia y tener la experiencia de que un familiar exprese que no debemos comer un alimento específico o hace comentarios sobre la cantidad de alimentos que estamos consumiendo. Esto sugiere que no estamos siendo “buen@s” o que nos estamos portando “mal” por comer ciertos alimentos y/o cantidades de alimentos.
  • ¿Alguna vez has prestado atención a las películas de dibujos animados o aquellas dirigidas a niñ@s y ¿cómo se representa a las personas en cuerpos más grandes? En el mejor de los casos, son el personaje gordo, tonto y divertido y, en el peor, se los representa como perezosos, desordenados, tontos, poco inteligentes o incluso como el villano de la historia.
  • Ir a comprar ropa a una tienda conocida y no encontrar nada que te quede bien porque la tienda no tiene tu talla. Y los empleados de la tienda te informan que puedes intentar encontrar tu talla en su página web, y que lamentablemente no podrás tener la oportunidad de probarte la ropa antes de comprarla. Y también es posible que, si buscas tu talla en la página web de la tienda, descubras que te cobrarán más dinero por la misma ropa que ofrece en la tienda porque tu talla se considera “talla grande.”

La lista de ejemples puede seguir y seguir. Quisiera pedirte que te preguntes ¿cómo y cuándo? la cultura de dieta a afectado tus pensamientos, emociones y comportamientos, y a identificar otros ejemplos que han surgido en tu vida y en la vida de las personas cercanas a ti. Hacer esta práctica puede ayudarte a identificar tus propios prejuicios y prevenir el estigma y la discriminación de peso contra ti mismo y contra otras personas en tu vida, y/o a promover la igualdad y el trato justo de TODAS las personas en cualquier TAMAŃO de cuerpo. La buena noticia es que una vez que reconocemos y aprendemos cómo detectar la cultura de dieta, no podemos ignorarla. Necesitamos esforzarnos para desmantelar los mensajes de la cultura de dieta y disminuir su predominio y daño en nuestra sociedad.

Combatir

¿Cómo podemos combatir la cultura de dieta?

A medida que comiences a desmantelar y cuestionar los mensajes que la cultura de dieta te ha impuesto a lo largo de tu vida, pregúntate si ¿el aceptar estas creencias ha sido destructivo o disruptivo en tu conexión con tus deseos y necesidades, con las señales de tu cuerpo y con la confianza en ti mism@?

Esta puede ser una autoexploración difícil y te animo a que sea compasivo contigo mism@ en este proceso y comiences a externalizar parte de la culpa que has estado sintiendo: la cultura de dieta quiere que piense que es tu culpa que hayas fallado al hacer otra dieta; que es tu culpa que recuperaste el peso que perdiste; que es tu culpa que no tengas el cuerpo “ideal” y que tu cuerpo no se parezca al de las revistas y los programas de televisión.

Quiero que sepas que no has fallado.

Lo que ha fallado es el sistema de nuestra sociedad, que trata de vendernos un “ideal de cuerpo delgado” que deberíamos de poder obtenerse con dieta y ejercicio. Un sistema que no comparte que esta mentalidad de dieta es dañina y no funciona: las investigaciones indican que aproximadamente el 95% de las personas que logran perder peso intencionalmente, recuperan ese peso dentro de 2 a 5 años. Y alrededor del 60% de esas personas gana más peso del que perdieron inicialmente. Un sistema que nos vende la fantasía de que solo podemos tener una vida extraordinaria y feliz, cuando finalmente estemos delgad@s.

Está bien querer renunciar a esta mentira y pasar por un proceso de duelo por la pérdida de esta fantasía. Está bien abrazar y aceptar tu cuerpo tal como es y realizar las cosas que has estado esperando por hacer, con el cuerpo que tienes ahora.

Entonces, la próxima vez que identifiques un sentimiento de vergüenza o culpa por tu cuerpo, por lo que comes o por tu actividad física, tómate una pausa y pregúntate si ¿esa vergüenza o culpa está arraigada o reforzada por la cultura de dieta y sus creencias? Y si te das cuenta de que tus emociones están vinculadas con la cultura de dieta, señálala y externalízala, porque ese vergüenza y culpa no es tuya y le pertenece a la cultura de dieta.

Permítete un espacio para considerar que los derechos de todos por encontrar la felicidad, la libertad y ser tratados con dignidad y respeto no deben de depender del tamaño de nuestros cuerpos. Permítete la posibilidad de alejarte de la cultura de dieta y promover la creencia de que tu cuerpo es digno de cuidado, aprecio, confianza y liberación.